viernes, 7 de noviembre de 2014

Re pensando la democracia.

-¡Agarraron a José Luis Abarca y a su vieja María de los Ángeles Pineda Villa A(La Yuyis), en Iztapalapa (de donde son Los Ángeles Azules)! ¡Vaya manera de iniciar un martes!, estas son buenas noticias y no chingaderas. Esta singular pareja que se había caracterizado hasta hace algunas semanas en su pueblo, Iguala, por su espíritu “chambeador”; por andar siempre muy bañados y arreglados; y por tener una casa con una fachada similar a la del Centro de Readaptación Social del Altiplano No 1, hoy es reconocida por “ser la culpable” de la desaparición del los normalistas de Ayotzinapa. La entrecomillada viene a colación ya que esta culpabilidad no la ha determinado un juez, sino únicamente es percepción popular.

 Hoy El Pepe y La Yuyis, son más odiados que Arjen Robben y Pedro Proenca el 29 de junio, (El holandés del clavado y el árbitro que marcó el penalti, en el partido donde la selección Holandesa eliminó a la Mexicana), las imágenes que aparecen en televisión sobre sus bienes (los del Pepe y la Yuyis), su forma de vestir y su forma de desenvolverse, resultan ofensivas. Tomando en cuenta que Abarca y su esposa, tienen algún grado de culpabilidad en la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa y que La Yuyis era “La Gallina” para ser candidata a la Presidencia Municipal de Iguala en las próximas elecciones en el 2015, me quedan claras dos cosas, la primera es que el ex alcalde y su vieja son unos “hijos de la chingada” (término coloquial con el que se conoce a los psicópatas) y que los mecanismos que lo llevaron a la presidencia municipal, están muy mal.

Nadie en su sano juicio votaría hoy para Presidente Municipal de Iguala por José Luis Abarca, creo que a ese ya no lo votan ni para supervisor de intendencia en unidad habitacional alguna, pero el 21 de Julio del 2012, Abarca ganó las elecciones con cerca de 21 mil votos, su más cercano competidor tuvo menos de 15 mil, ¡la diferencia fue enorme! Por todo lo que ahora se sabe sobre el alcalde de marras; relaciones con grupos delictivos, riqueza económica, dispendio durante su gestión y maldad patológica, psicopatía pues, (solo así se entiende lo sucedido el 26 de septiembre); me resulta increíble que un tipo con esas características haya llegado al puesto público que tuvo. Muchísimas empresas tanto del sector público como del privado, evalúan a sus candidatos para puestos claves de una forma que puede rayar en paranoica. Se evalúan sus conocimientos para la parte operativa; su nivel socio-económico, para saber:
 a) si no la van a regar en eventos sociales
 b) si no se van a marear en el nuevo ladrillo
 c) si la esposa(o) tampoco es motivo de preocupación en los puntos anteriores
 d) si la lana que va a ganar es la adecuada (así como se lee)

 Para rematar, vienen los exámenes psicométricos, esos de las preguntas tan sensatas como: “Si ve que en un lago se están ahogando, un niño negro, un zurdo blanco y un ciego pelirrojo, ¿a cuál salvaría de los tres?”

Estos últimos exámenes, los de las preguntas raras se llaman, o les pusieron, exámenes psicométricos, sirven según los especialistas para conocer mañas, rollos, fobias, filias y patologías psicológicas. Son a fin de cuentas procesos científicos para determinar a quién se le va a otorgar un empleo o un cargo tomando también en cuenta su parte psicológica.

 En el caso de una Presidencia Municipal, quien recibe el cargo, recibe con este, acceso ilimitado a las arcas del municipio y al monopolio del uso de la violencia a través de la policía municipal. ¿En donde más si no en este tipo de trabajos es imperativo que las personas que los realicen no sufran, o sufran los menores, trastornos psicológicos posibles? ¿En donde más deben tomarse las mayores precauciones para que los trastornos psicológicos de unos no afecten a cientos de miles de personas?

En lugar de procesos científicos para determinar quién puede, o no, acceder a un empleo de esta índole se recurre a una herramienta llamada “Democracia” (sí así con D mayúscula que denota que es lo más importante en la sociedad actual) que no es sino una suerte de concurso de popularidad entre diferentes “apaches” que se quieren quedar con la chamba. La singularidad del concurso de marras, es que quienes van a votar por ellos, los “electores”, en su mayoría jamás los han visto en persona, en su mayoría no terminaron la secundaria y en su mayoría (en el caso de Iguala) viven en situación de pobreza, el mayor referente que tendrán sobre los concursantes, son sus “auto-guayabazos” y “promesas en actos públicos”. ¿Que capacidad de análisis se puede esperar del electorado cuando la base se encuentra en tan deplorables condiciones?

La tragedia de los estudiantes de Ayotzinapa, no es más que el resultado de un patético y aberrante sistema de evaluación de candidatos para cargos delicadísimos. Se entiende que en el Siglo V, A.C., al no haber internet, televisión, vamos, ya ni radio! la idea de que los gobernantes fueran elegidos por “la mesa que más aplauda”, no era tan descabellada. Hoy seguir pensando que esta herramienta es la adecuada para designar a quien va a ocupar cargos tan delicados del “Servicio Público” (sobre todo en sociedades sin educación), se me hace un despropósito. Creo es hora de jubilar a esa vieja decrépita, Doña Demo, y utilizar; los conocimientos, herramientas y tecnologías que se tienen a la mano; para que tragedias como la sucedida en Ayotzinapa no se vuelvan a repetir.

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