Muy distinguido Don Germán,
Sirva la presente ante todo, para agradecerle se haya tomado el tiempo de leer mi carta, responderme y sobre todo criticarla, solo así se crece en el oficio de escribir y también como ser humano.
Percibí en su columna un ataque como de “chihuahueño contra valenciana”, no me refiero a los artilugios que pudiera utilizar un norteño para seducir a una española, sino a la fiereza con la que los canes de esa raza (no los Don Juanes del Estado norteño en cuestión) atacan a quien se les acerca sin importar si la intención es buena, mala o solo regular… o de plano hasta sin intención. Considero que sus miles de lectores se quedarán únicamente con la imagen de un amargado, pendejo y con un muy limitado repertorio de palabrotas (una dice usted, que de hecho ya la acabo de usar y jamás se la espeté a usted) y con la inquietud de saber que habrá dicho ese “wey”, carente de “amplitud y hondura intelectual”, que tanto hizo “enmohinar” Dehesa Dixit, a tan laureado columnista.
Mucho agradecería utilizara su lugar dentro de tan prestigiado medio, para que tanto la carta que le envié inicialmente (que fue la que armó el desmadre) así como esta, mi replica, se publiquen y sus lectores se enteren a cabalidad de la “totalidad de los hechos epistolares”, “¿a ver si es tan machito?” como diría un “catador de creadillas” (disculpas por tan flojo comentario en ironía… reconozco mi carencia de “amplitud y hondura intelectual”, pero no lo pude evitar).
Finalmente, dice usted “(esto es para que Schwarz se retuerza de la envidia como tlaconete con sal)” al presumir su amistad con Doña Ángeles Mastreta y con Fernanda Familiar, sobre su amistad con Doña Ángeles, su analogía se ha quedado corta, un “tlaconete con sal” sería “una gringa en playa mexicana” comparado con la envidia que siento al no tener a tan bella, inteligente, brillante y mujer de tanta clase como amiga, esa amistad la envidio... con envidia de la mala, que es la buena.
Sobre Fernanda Familiar, sus afanes protagónicos, su narcisismo y su ambición (de Fernanda no de Usted), no me generan ningún sentimiento (envidia o lujuria) del cual tuviera que ir a confesarme con Pedro Picapiedra… perdón con Don Norberto Rivera (de los apodos por Usted “atizados” es el que más me gusta).
Reciba el cordial saludo de un lector “carente de amplitud y hondura intelectual “ , con muy reducido repertorio de palabrotas pero ferviente seguidor de su columna, desde antes que “el tamal de dulce” llegara a su vida como padre y a la nuestra como sus lectores.
Atentamente
Efrén Schwarz a(Chuarcito el niño héroe)
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venga don Germán, entrele como machito, que el buen Efrén ya agarró vuelo...
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